miércoles, 4 de marzo de 2015

Minilunas y superlunas

Recién caída la noche un niño pasea con sus padres por el barrio granaíno del Albaicín. De repente se detiene y horrorizado señala con su pequeño dedo tembloroso al cielo sobre la Alhambra diciendo: "Mamá, ¿qué le ocurrre a la Luna? Parece muerta, sin brillo, y muy pequeñita..."

Evidentemente esta escena es más propia de una película fantástica de bajo presupuesto que de una realidad astronómica; sin embargo, aunque no es muy conocido, el tamaño de la Luna varía realmente y de forma apreciable.

Aquellos que nos seguís regularmente recordaréis el revuelo que se armó el verano pasado con el fenómeno de las superlunas. Casi todos los medios de comunicación se hicieron eco de que las lunas llenas de verano iban a verse especialmente grandes y brillantes, por encontrarse nuestro satélite muy cerca de su perigeo en esos días (ojo, no confundir con el efecto óptico del mayor tamaño que aparenta la Luna cerca del horizonte).

Tengo que decir que en mi opinión los periódicos españoles de tirada nacional han mejorado muchísimo en los últimos años la calidad de la información científica que presentan en sus secciones de ciencia o sociedad, aunque como es normal siempre juegan con la expresión y los titulares para hacer la noticia más atractiva al público. Es por esto que no tardaron en saltar las reacciones en las redes sociales y muchos se apresuraron a quitarle hierro al asunto insistiendo en dos cosas:

1. que el tamaño de la Luna es difícil de apreciar en el cielo debido a la falta de referencias

2. que la respuesta del ojo a la luz es logarítmica, lo que hace que la diferencia de brillo no sea para tanto

Si bien estos dos puntos son ciertos los números están ahí, y entre dos lunas llenas puede llegar a haber una diferencia de un 14% en tamaño y un 30% en brillo. 

Como es bien sabido la órbita de la Luna es ligeramente elíptica, por lo que en cada revolución pasa por su punto más cercano a la Tierra, al que llamamos perigeo, y justo en el punto opuesto de la órbita, por el más alejado o apogeo. Es evidente que la Luna atraviesa estos dos puntos en su órbita cada vez que completa una revolución, es decir, una vez al mes aproximadamente. Por lo tanto el que la Luna pase por el perigeo no tiene nada de especial; otra cosa es que dependiendo de en qué fase lunar ocurra esto puede ser más o menos vistoso. Cuando el paso por el perigeo coincide con la luna llena este plenilunio recibe el poco modesto nombre de superluna; y cuando es el apogeo el que coincide con esta fase la llamamos miniluna.

La orientación en el espacio de la línea perigeo-apogeo apenas cambia en el espacio durante un año (en realidad completa un giro cada 9 años), por lo que sucesivos plenilunios van cayendo en distintos puntos de la órbita lunar. Si hoy la luna llena cae cerca del apogeo podemos estar seguros que en unos seis meses volverán a repetirse las famosas superlunas.

Esquema de la posición de la luna llena en la órbita lunar en distintos momentos del año. El gráfico es indicativo y no guarda ningún tipo de escala. En realidad a lo largo de un año la orientación de la órbita lunar gira unos 40º

Al final del verano iniciamos el proyecto de ir fotografiando la luna llena cada mes, con la misma cámara y la misma óptica (teleobjetivo zoom de 300mm). Aunque fallamos en fotografiar la Luna en enero, el resultado es un cambio de tamaño paulatino y apreciable en nuestro satélite.





El efecto se observa mejor si comparamos exclusivamente la Luna de septiembre con la de febrero:




Tanto la luna llena de marzo como la de principios de abril de 2015 van a ocurrir con nuestro satélite muy cerca de su apogeo, aunque este fenómeno no ha recibido la repercusión mediática de las superlunas del verano pasado.

Como siempre os animamos a observar el firmamento de forma consciente, con comprensión, y curiosidad donde no llega esta. Quizá una miniluna no suene como el fenómeno más espectacular del universo, pero con este tipo de observaciones tomamos consciencia de los ciclos sutiles escondidos tras los ciclos astronómicos más evidentes, y conoceremos un poco mejor el cielo que nos rodea.