martes, 20 de mayo de 2014

¿Una nueva lluvia de estrellas el 24 de Mayo?

Meteoros de la lluvia de las Geminidas. Foto: NASA/JPL
Si se cumplen las predicciones, la noche del 23 al 24 de mayo podríamos disfrutar de un inusual espectáculo astronómico: una nueva lluvia de estrellas. Pero, ¿qué es esto de predecir lluvias de estrellas?

Empecemos aclarando que las lluvias de estrellas se producen cuando la Tierra, en su giro alrededor del Sol, atraviesa una nube de restos de material dejado por un cometa en su viaje por el Sistema Solar. Estos pequeños trocitos de cometa entran en la atmósfera produciendo lo que llamamos meteoro o estrella fugaz.

Pues bien, el responsable de la posible lluvia del 24 sería el cometa 209P/ LINEAR, que estos días está visitando nuestra vecindad terrestre. Lo que en realidad hacen los astrónomos es observar el movimiento del cometa y calcular su órbita con toda la precisión posible. Luego utilizan modelos de cómo otros cuerpos del sistema solar han podido afectar a la órbita del cometa e intentan calcular por dónde ha pasado éste anteriormente. Finalmente vuelven a utilizar modelos para determinar cómo evolucionan los restos dejados por el cometa y si la Tierra puede atravesar en algún momento estos restos. Y precisamente, parece que los cálculos arrojan que en la madrugada del día 24 nos vamos a encontrar con material desprendido del 209P/ LINEAR en el siglo XIX.

Imagen del cometa 209P/ LINEAR por Alfons Diepvens



Que nadie se deje amedrentar si lee por ahí que el máximo tendrá lugar entre las 8h y las 10h, hora de la Península –ya amanecido–; las pequeñas incertidumbres en el proceso que hemos comentado son suficientes para que pueda pasar cualquier cosa (en realidad no tenemos ni idea de qué estaba haciendo este cometa en el siglo XIX... ¿sería igual de soso que ahora?). La lluvia podría verse antes o después, podría ser una tormenta increíble, o un fiasco absoluto, pero eso es lo emocionante del asunto...

Los meteoros asociados a cada lluvia de estrellas parecen provenir de una misma zona del cielo a la que se denomina radiante. Esto se aprecia claramente en la foto que encabeza esta entrada. Las lluvias de estrellas se nombran dependiendo de donde esté localizado su radiante. Así, por ejemplo, las conocida lluvia de las Perseidas (también llamada popularmente las lágrimas de San Lorenzo) se denomina así porque su radiante está en la constelación de Perseo. En el caso que nos ocupa hablaríamos de la  lluvia de las Camelopardálidas porque el radiante se sitúa en la poco conocida constelación de la Jirafa (Camelopardalis en latín). Esta constelación está cerca de la estrella polar,  así que una buena dirección para dirigir nuestra vista será la Osa Mayor, o justo sobre nuestras cabezas y un poco al norte. Si hay suerte –se cumplen las predicciones pero se adelanta el máximo unas horas– llegaríamos a ver 1 o 2 meteoros por minuto. O quién sabe, quizá incluso presenciemos una tormenta memorable.


Y por si alguien necesita un empujoncito más para salir a observar el cielo este fin de semana, que sepa que tendrá la mejor oportunidad del año para localizar al planeta Mercurio en el crepúsculo.

martes, 6 de mayo de 2014

La estrella del mes: Arcturus

A primera hora de la noche las constelaciones invernales se han hundido en el oeste. Mirando hacia el este, y prolongando el arco que trazan las estrellas de la cola de la Osa Mayor, podemos ver a la brillante Arturo, que con su color amarillo intenso domina el cielo de primavera y principios del verano.


Arcturus está clasificada como gigante roja, una estrella vieja que ha terminado de fusionar hidrógeno en su núcleo, pasando a quemarlo en una capa alrededor de éste, lo que hace que la estrella se hinche y su superficie se enfríe volviéndose más rojiza. Aunque no es tan rojiza como Aldebarán o Antares sí que tiene un color más intenso que otras estrellas similares, como Capella o Pollux. Lo apreciarás mejor si puedes observarla con unos prismáticos.

Estamos ante una de las estrellas más brillantes del cielo -en realidad la más brillante del hemisferio norte- y relativamente próxima, a 36 años-luz. Con razón ha sido una de las estrellas más importantes en el entorno del Mediterráneo desde la más remota antigüedad. Hesíodo la menciona en su obra "Las Horas" (siglo VII a.n.e.) como marcador del calendario agrícola, ya que su salida justo antes del amanecer en Septiembre marcaba la época de la cosecha. Puede que fuese venerada incluso desde el Neolítico, ya que en la provincia de Sevilla existe un Dolmen cuyo corredor está orientado exactamente a la puesta de Arcturus en el momento de su construcción, según Juan Antonio Belmonte en su "Atlas de Arqueoastronomía del Mediterráneo antiguo".

Como curiosidad, aunque el nombre de la mayoría de las estrellas es árabe, Arcturus conserva su nombre griego y su arcaica vinculación a la Osa Mayor a través de su raiz (arktos) y significa posiblemente "la cola del oso" (arktos oura).