Meteoros de la lluvia de las Geminidas. Foto: NASA/JPL |
Empecemos aclarando que las lluvias de estrellas se producen cuando la Tierra, en su giro alrededor del Sol, atraviesa una nube de restos de material dejado por un cometa en su viaje por el Sistema Solar. Estos pequeños trocitos de cometa entran en la atmósfera produciendo lo que llamamos meteoro o estrella fugaz.
Pues bien, el responsable de la posible lluvia del 24 sería el cometa 209P/ LINEAR, que estos días está visitando nuestra vecindad terrestre. Lo que en realidad hacen los astrónomos es observar el movimiento del cometa y calcular su órbita con toda la precisión posible. Luego utilizan modelos de cómo otros cuerpos del sistema solar han podido afectar a la órbita del cometa e intentan calcular por dónde ha pasado éste anteriormente. Finalmente vuelven a utilizar modelos para determinar cómo evolucionan los restos dejados por el cometa y si la Tierra puede atravesar en algún momento estos restos. Y precisamente, parece que los cálculos arrojan que en la madrugada del día 24 nos vamos a encontrar con material desprendido del 209P/ LINEAR en el siglo XIX.
Imagen del cometa 209P/ LINEAR por Alfons Diepvens |
Que nadie se deje amedrentar si lee por ahí que el máximo tendrá lugar entre las 8h y las 10h, hora de la Península –ya amanecido–; las pequeñas incertidumbres en el proceso que hemos comentado son suficientes para que pueda pasar cualquier cosa (en realidad no tenemos ni idea de qué estaba haciendo este cometa en el siglo XIX... ¿sería igual de soso que ahora?). La lluvia podría verse antes o después, podría ser una tormenta increíble, o un fiasco absoluto, pero eso es lo emocionante del asunto...
Los meteoros asociados a cada lluvia de estrellas parecen provenir de una misma zona del cielo a la que se denomina radiante. Esto se aprecia claramente en la foto que encabeza esta entrada. Las lluvias de estrellas se nombran dependiendo de donde esté localizado su radiante. Así, por ejemplo, las conocida lluvia de las Perseidas (también llamada popularmente las lágrimas de San Lorenzo) se denomina así porque su radiante está en la constelación de Perseo. En el caso que nos ocupa hablaríamos de la lluvia de las Camelopardálidas porque el radiante se sitúa en la poco conocida constelación de la Jirafa (Camelopardalis en latín). Esta constelación está cerca de la estrella polar, así que una buena dirección para dirigir nuestra vista será la Osa Mayor, o justo sobre nuestras cabezas y un poco al norte. Si hay suerte –se cumplen las predicciones pero se adelanta el máximo unas horas– llegaríamos a ver 1 o 2 meteoros por minuto. O quién sabe, quizá incluso presenciemos una tormenta memorable.